Ayer observé un pequeño fragmento de video donde Dalai Lama hablaba de las personas con éxito, que por cierto compartí en mi Facebook. Explicaba el éxito como una vida con sentido y esto tiene que ver con la capacidad de servir, resultar confiable, tener amigos y ser honesto.

El punto de los amigos me llamó mucho la atención sobre todo en este medio, porque aquí hasta uno se puede creer que tiene unos cuantos cientos de amigos pero separar el asunto de ser amigo, conocido o, incluso alguien a quien otro distingue, es muy importante.
Este fenómeno es interesante en este momento de existencias rápidas, apresuradas, ligeras, superficiales o poco profundas, en las que no hay tiempo ni intención de saborear los alimentos, parar y responder un saludo sintiéndolo, abrazar, oler, oír escuchando o ver mirando. Es tanto el afán de producir resultados, que pasamos ligero cada momento, sobre todo para lograr cumplir con todos los compromisos de las diferentes dimensiones de nuestra vida y chequear todos los aspectos pensando que ya nos hemos ocupado de ellos. Por ejemplo:

– Compartir con la mamá el fin de semana.
– Estar con los niños.
– Realizar el análisis de un libro.
– Cuidar el perro.
– Hacer el amor en la semana.

La pregunta es ¿Usted realmente compartió con su mamá? ¿Estuvo con los niños? ¿Realizó el análisis? ¿Cuidó al perro? ¿Hizo el amor? ¿Realmente ha hecho contacto con todas estas personas o cosas para sentir, mirar, oler, escuchar y saborear? Si lo piensa, muy seguramente se dará cuenta que la respuesta tiende a ser NO.
Ahora bien, si se siente exitoso por tener muchos conocidos o distinguidos no se engañe, que esos no son amigos. De hecho el título amigo se aplica también con mucha ligereza hoy en día, tanto como el decirle a alguien “te amo”. Nos hace falta conocer el significado de las palabras que voy a utilizar y luego preguntarnos si eso es lo que me pasa con la persona.

Ser amigo o tener un amigo es lograr establecer una relación con quien podamos crear un vínculo íntimo. La intimidad es algo difícil de dar y recibir porque ella se gesta, siguiendo a Carl Rogers, cuando percibo la aceptación total del otro y puedo mostrarle mi lado más vulnerable, más frágil, y más sensible, con la plena seguridad de que no me va a dañar con ello.

Cuando aparezca el respeto por la diferencia, el amor por la unicidad de la persona, el cuidado, el impulso y la presencia en lo más difícil de mi existencia, ahí estará el amigo. Entonces, no será el título, el tiempo compartido o la cercanía física o virtual lo que determine la amistad, sino la transparencia y coherencia tuya y del otro lo que genere este encuentro maravilloso, en el que muchos no creen, ni han vivido.

Si hemos logrado por lo menos una relación en este sentido donde hemos podido generar bienestar, alegría y presencia con los otros seres, entonces habremos sido seres exitosos en la vida.

Comparto el vídeo: