Todas las personas que hemos accedido a la educación en sus niveles básica, media o superior, reconocemos la importancia de saber leer. Manejar este aspecto del lenguaje nos garantiza responder a las demandas del contexto en el que vivimos y a nuestros intereses personales. La lectura también nos brinda la oportunidad de acceder a mundos que sería imposible conocer sin la apropiación de este saber.

La Universidad, es uno de los niveles de la Educación donde la lectura, se constituye en una de las herramientas más importantes para apropiarse del conocimiento. Para muchos es sabido que las dificultades de los estudiantes en el proceso de leer dificulta su tránsito exitoso por la educación superior, una instancia en donde se espera que el estudiante, no sólo se apropie de manera crítica y significativa del conocimiento, sino que pueda transformarlo o construir sobre él nuevo conocimiento.

Entre los docentes universitarios hay un consenso con respecto a las dificultades que los estudiantes presentan cuando deben leer un texto en el marco de alguna de las asignaturas: leen, pero no recuerdan cuáles eran las ideas principales desarrolladas por el autor; recuperan algunas ideas aisladas que pueden inclusive, ser contradictorias; no diferencian claramente la posición del autor con respecto a la de otros autores; tienen problemas para hacer una síntesis o de proponer conclusiones que vayan más allá de las ideas expuestas por el autor. A estos lectores se les llama lectores “mecánicos”.

Según la opinión de los docentes, una de las causas de esta lectura deficiente es el uso de estrategias inadecuadas que los estudiantes utilizan cuando leen: no consultan diccionarios especializados, no consultan otros textos, obvian algunos de los apartados de la lectura o hacen una lectura rápida.

Como consecuencia de lo anterior, se evidencia una deficiente comprensión lectora, caracterizada por la ausencia de una posición crítica frente al conocimiento, escasa apropiación del mismo, problemas para la aplicación de las teorías a situaciones prácticas y en general de los conocimientos, a contextos reales.

La investigación sobre la lectura en los estudiantes universitarios se ha incrementado, pero es insuficiente, tal vez porque se parte de la idea de que cuando los estudiantes ingresan a la Universidad ya han alcanzado un buen nivel de lectura, lo cual, como se describió en palabras de los docentes, está lejos de ser una realidad.

No obstante, como seres humanos tenemos la posibilidad de potenciar nuestros procesos y la lectura no es la excepción.

Es posible aprender las estrategias adecuadas que nos permitan no solo leer, sino también, comprender lo que leemos.  Se trata de conocer cuáles son los aspectos más importantes que se deben tener en cuenta para la comprensión de una lectura  y de las estrategias que facilitan esta comprensión. En una palabra, es posible convertirnos en lectores  autorregulados, en aprendices autorregulados.

Desde esta perspectiva, el lector autorregulado, tiene conciencia, se da cuenta, de cuáles son los aspectos que debe tener en cuenta para comprender. Tiene capacidad para tomar el control de su aprendizaje.

Diferentes autores concuerdan en que hay seis estrategias que facilitan la comprensión lectora.

1)      Pregúntese cuál es el propósito de la lectura: ¿va a preparar para un examen? ¿va a repasar un tema visto en clase para recordar los aspectos principales? ¿va a profundizar sobre un aspecto que no le quedó claro? Tener claridad sobre el propósito de su lectura le permite escoger la estrategia más adecuada para cumplir su propósito.

2)      Pregúntese qué sabe acerca del tema de su lectura. Recordar su conocimiento previo le permite crear relaciones entre lo que ya sabe y la nueva información que presenta el texto.

3)      Determine cuáles son las ideas principales del texto y concéntrese en ellas. No atienda a las trivialidades, a los datos anecdóticos o a las repeticiones. Haga resúmenes, anotaciones al margen de la lectura, mapas conceptuales, gráficos, etc. estas actividades pueden ayudarle a recordar dichas ideas.

4)      Durante la lectura, evalúe los contenidos de manera crítica; confronte las ideas del autor con sus conocimientos previos y con su sentido común. También reflexione y opine acerca de la claridad del texto.

5)      Pregúntese si está comprendiendo: exprese con sus propias palabras las ideas más importantes; busque ejemplos para ilustrar las ideas, explíquele a otra persona los contenidos que considera relevantes. Estas son actividades que le permiten determinar si se está comprendiendo.

6)      Al finalizar saque sus propias conclusiones y decida si cumplió con el propósito de su lectura.

Seguir las anteriores recomendaciones puede facilitar su tránsito de un lector “mecánico” a un lector autorregulado. Como puede observarse, ser buenos lectores está en nuestras manos. Sólo queda preguntarse:¿usted lee para comprender?